miércoles, 8 de agosto de 2012

Lempira  Ejemplo de valentia y hondureñidad.


Lempira (d. 1537) fue un capitan de guerra del pueblo de los lencas que luchó contra los españoles durante la década de 1530.
En los documentos escritos durante la conquista española, es mencionado con el nombre de Elempira.

Estatua de Lempira en el Municio de Erandique.
En la versión tradicional, que se basa en la obra del cronista Antonio de Herrera y Tordesillas (Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y en tierra firme del mar Océano), Lempira, que significa "señor de la montaña" en idioma lenca, fue comisionado por Entepica para que organizara la resistencia a la penetración de las tropas españolas. En 1537, teniendo como base el cerro de Cerquín, se alió con el subgrupo lenca de los Cares. Consiguió reunir un ejército de casi 30.000 soldados, procedentes de 200 pueblos.
Otros grupos se alzaran también en armas en el valle de Comayagua, en Olancho. Los intentos españoles para derrotarles, dirigidos por Francisco de Montejo y su capitán, Alonso de Cáceres, resultaron infructuosos antes de 1537.
Herrera afirma que Lempira murió a traición. Los españoles lo convencieron para que aceptara encontrarse con dos representantes de Alonso de Cáceres para negociar la paz. Durante la reunión, un arcabucero disparó a Lempira repetidas veces desde un caballo, lo que puso fin a la vida del héroe indígena.
 
 
 

Dionisio de Herrera


Fue electo Jefe de Estado por cuatro años por la Asamblea Constituyente reunida en Cedros, y como Vicejefe, José Justo Milla. Nombro a Francisco Morazán Secretario General . Juró la Constitución Federal. Dividió el territorio hondureño en 7 departamentos.


Creó la primera Corte Suprema de Justicia y el primer Escudo de Armas. Promulgó la primera Constitución Política del Estado de Honduras.


Chocó con el Presidente Federal Manuel José Arce por haber éste aceptado ilegalmente la renuncia del Vicejefe Justo Milla y convocado a una nueva elección de Jefe de Honduras. Arce, y el Vicario José Nicolas Irias, de Comayagua, conspiraron en contra de Herrera y del último llegó hasta excomulgarlo y trató de asesinarlo. Justo Milla, con el apoyo de Arce, invadió a Honduras desde Guatemala, y sitió y prendió fuego a Comayagua.


El traidor español Antonio Fernández, Comandante de la Plaza, capituló, y el Jefe Herrera fue apresado y conducido a Guatemala
 
 

Jose Trinidad Cabañas


José Trinidad Cabañas nació en Tegucigalpa el 9 de junio de 1805. Sus padres fueron don José María Cabañas Rivera y doña Juana Fiallos y su esposa; la señora: Petronila Barrios. Sus estudios los llevó a cabo, en el Colegio Tridentino de Comayagua. Por voluntad de su padre, el joven José Trinidad ingresó al servicio militar bajo el mando del general Francisco Morazán en 1827. Su primera experiencia militar fue precisamente durante ese primer año en la batalla de La Trinidad el 11 de noviembre. A partir de ese entonces se convirtió en un líder político y militar que le llevó a ejercer la Presidencia de Honduras de 1852 a 1855.


Cabañas fue un defensor de las ideas liberales y del unionismo centroamericano; Ingresó al ejército de la República Federal de Centroamérica y fue lugarteniente del Gral. Francisco Morazán, llegando a ser general del Ejército federal. Combatió en numerosas batallas durante las luchas internas de la Federación Centroamericana, destacándose en las batallas de El Espíritu Santo, el 6 de abril de 1839 y de San Pedro Perulapán el 25 de septiembre de 1839, en territorio salvadoreño. Tras la derrota liberal en 1840 se exilió en Panamá junto con el general Morazán. Después de la muerte de Morazán, en Costa Rica, el Gral. Cabañas regresó a El Salvador donde vivió por varios años. Colaboró en el gobierno de los presidentes salvadoreños Eugenio Aguilar y Doroteo Vasconcelos.


Elegido Presidente de Honduras, tomó posesión el lº de marzo de 1852


Se refugió en El Salvador, donde sirvió como ministro en el gobierno de su amigo Gerardo Barrios (1858-1863) En los últimos años de su vida, el Gral. Cabañas se retiró de la política y pudo regresar a Honduras y establecerse en Comayagua donde falleció en 1871. Luego de su muerte, El Gobierno de Honduras le otorgó el título de "Soldado de la Patria" y la República de El Salvador nombró a uno de sus departamentos, en su honor.


Fue amigo leal de Francisco Morazán, cuando este es fusilado en Cartago el 15 de Setiembre de 1842,Cabañas incredúlo y triste al escuchar la noticia dice lo siguiente: "No es posible a nosotros nos pueden fusilar, pero al general Morazán no... ese sería un crimen hacia Centroámerica.
 

Jose Trinidad Reyes


De las entrañas de la tierra, un enero de 1835, emergió un feroz rugido que todo lo sacudió. Repentinamente una lluvia de polvo comenzó a caer sin tregua sobre Tegucigalpa, el sol desapareció y la oscuridad cubrió la ciudad. ¡Es el fin del mundo! ¡El día del juicio final! gritaba la gente, corriendo despavorida hacia los confesionarios en las iglesias, con candelas de pino en la mano para no atropellarse en aquel tropel de pánico. Los sacerdotes tampoco sabían qué hacer ante semejante tumulto de pecados por absolver. Pero entre el escándalo y los golpes de pecho, un cura de negra sotana, mestizo de mediana estatura, labios burlones y piadosos, con la voz enérgica de la razón impuso calma y dijo a la multitud: "No se aflijan ni den escándalos; no es el día del juicio, sino un volcán cercano que ha hecho erupción; el peligro ha pasado y el polvo dejará de caer dentro de poco tiempo". Era José Trinidad Reyes, presbítero hondureño que entrelazó el ejercicio del púlpito con las artes, el cultivo y enseñanza de las ciencias, y una militancia política del lado de las ideas más liberales, por las que fue perseguido y detenido en alguna ocasión. Aquel afán civilizador del padre Reyes dejó a Honduras su primera Universidad (la actual Universidad Nacional de la que Trinidad Reyes fue su primer rector en 1847), y la herencia de una importante tradición teatral todavía presente entre nosotros.


Pese a esto, la vida y obra de Trinidad Reyes son poco conocidas y pobremente divulgadas entre las nuevas generaciones. Su retrato y su nombre sólo se miran en los murales que los niños de las escuelas construyen todos los años cuando llega el 15 de septiembre, fecha de la independencia de Centroamérica. Entre ribetes de color azul y blanco aparece el padre Reyes junto a otros importantes personajes de la Independencia. (Es curioso que los héroes de hoy fueron los villanos y sediciosos del ayer, algunos incluso asesinados, como Francisco Morazán -y Sócrates- por perturbar la moral y corromper al pueblo con sus ideas). En esas fechas suele haber tanto ruido de tambores y trompetas que pocos maestros se toman la tarea de explicar, a los niños y jóvenes, el significado que las vidas de esos personajes de los murales tienen para nuestro presente. Es lo que ha ocurrido sobre todo con José Trinidad Reyes.

Señala Octavio Paz que para la mayoría de frailes y monjas de la colonia el claustro era una carrera, una profesión. En el caso del padre Reyes fue donde buscó y halló el reconocimiento y las oportunidades de formación que su condición de mestizo le negaban, en un tiempo donde la educación era patrimonio exclusivo de españoles criollos y nobles. José Trinidad Reyes había nacido en Tegucigalpa en 1797; su padre, un maestro de música, le enseñó lo básico del oficio, lo suficiente para que ganara el puesto de ayudante del Maestro de Capilla en la catedral de León en Nicaragua, donde perfeccionó sus habilidades de músico, mientras estudiaba en la universidad. Fue entonces cuando decidió entrar en la Orden de los Recoletos, ordenándose de sacerdote en 1822. Pero en 1824 la anarquía se desató en Nicaragua; los Recoletos fueron expulsados y tuvieron que emigrar a Guatemala, uno de los centros culturales más importantes de la colonia, donde Reyes luego de una larga odisea burlando los cerrojos de clase impuestos a su origen plebeyo, finalizó su formación humanista y religiosa.


El padre Reyes regresa a Honduras en 1828, con permiso de sus superiores para una temporada cerca de su familia. Al año de su llegada es testigo de la revolución liberal de 1829, que suprime las órdenes monásticas en Centroamérica. Reyes queda entonces como sacerdote secular. Imposibilitado para regresar a Guatemala, pone su residencia definitiva en Tegucigalpa, que hasta su muerte en 1855 sería el escenario de su abundante actividad religiosa, cultural y artística. Lo que fue una desgracia para las órdenes religiosas -comenta Ramón Rosa, un bohemio intelectual de más tarde en el siglo- resultó una fortuna para Honduras.
Por su talante afín a la Ilustración, y a lo mejor del humanismo y arte religioso, el padre Reyes estaba convencido de la importancia de las artes (del teatro en particular) como instrumentos para civilizar y hacer progresar a las naciones. Durante su vida en Tegucigalpa libró grandes batallas contra los excesos del fanatismo y la superstición política y religiosa. A Tegucigalpa dio su primer piano, su primera imprenta y su primera biblioteca; ayudó y consoló a las víctimas del cólera asiático; fue un luchador contra la pobreza y sus causas, asistiendo a los pobres e insistiendo en su derecho a la educación no sólo en asuntos de la fe, sino también en asuntos más mundanos como la cultura y las ciencias. Un cura liberal que no veía ninguna contradicción entre jugar a las cartas o al billar y predicar sobre las virtudes a las que todo humano debe aspirar.
Trinidad Reyes tuvo un talento modesto y la influencia de su obra no salió -ni ha salido- del espacio doméstico hondureño. Sin embargo, en la sencillez y modestia de sus talentos, representó una gran luz de arte, ciencia y cultura para la Honduras de aquella época, algo parecida a la nuestra en pesares, desengaños, y esperanzas, necesitada también como la nuestra de creatividad y nuevas ideas. A los intelectuales dejó una universidad y a los artistas hondureños la esclarecida convicción de las artes como un Monte Tabor donde las personas se transfiguran y transforman su mundo. 
 
 

Jose Cecilio del Valle


Nació en Choluteca, Honduras, ciudad del Pacífico, que goza del riente a cantar de su río impetuoso y manso, el 22 de noviembre de 1780. Hijo de José Antonio del Valle, linajudo, de las principales familias de la península. Son los tiempos de obscurantismo en Centro América. No exige la escuela popular, apena está el Colegio Tridentino de Comayagua, donde se cursa estudios superiores.


Los padres de José Cecilio, deseosos de educar a su hijo de la mejor manera y, no encontrando en Honduras un centro adecuado, se trasladaron a Guatemala en 1789; habiendo cursado sus primeros conocimientos en la Escuela de Belén. Por ese tiempo, Guatemala, recibía la provechosa influencia de las nuevas corrientes filosóficas, políticas y sociales, que produjeron una verdadera revolución en las ideas que anteriormente se tenían a cerca de los hombres y de las cosas de la vida y las concepciones mentales del hombre.


Estudió Filosofía, Derecho Civil y Canónico en la Universidad de San Carlos, en donde optó el Título de Abogado. Continúo sus estudios sobre Idiomas, Filosofía, Derecho, Economía, Ciencias Naturales, Políticas, Finanzas, Historia, Geografía, Matemáticas. Sin embargo, los conocimientos adquiridos no estaban exentos de la influencia desconcertante la de la Escolástica y la reverencial sumisión a la colonia.Ese ambiente forjó al Sabio Valle.


Su amor a las ciencias lo hacía buscar, investigar incansablemente en los libros, en los hechos y las cosas. Su espíritu investigador penetró en los estrados del conocimiento y su poderosa inteligencia lo llevó a cristalizar enseñanza, pensamiento y ciencia. Escribió sobre Matemática, Filosofía, Idiomas, Economías, Políticas, Derecho, Sociología, Estadísticas, Geografía, Historia Botánica, Mineralogía, Religión. Escritor y periodista, pensador y filósofo, economista y sociólogo, jurista y científico, profeta, y pragmatismo.Subió a la altura de los hombres más grande de los tiempos.


En 1805 fue nombrado Diputado de la Comisión Gubernativa de consolidación; Censor de la Gaceta de Guatemala. En 1805 se le nombró Asesor del Consulado de Guatemala, Fiscal de Juzgado de los reales cuerpos de artillería e Ingeniería del reino; en 1808, Asesor de los Reales Cuerpos; en 1809 fue electo Diputado de la Junta Central de la Provincia; en 1812 fue nombrado catedrático de economía de cuyo estudios preparó un plan y programa; en 1813, nombrado Asesor de la Renta del Tabaco; en 1817, Fiscal de los Estados; en 1821, redactó el «Acta de Independencia», y , nombrado Miembro de la Junta Provisional Consultivas; en 1822, elegido Diputado del Congreso de México, Presidente del Congreso Azteca; en 1823, nombrado Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores de México en el Imperio de Agustín I; Miembro de la Comisión Redactora de las Bases de la Constitución de México; Prócer de la Independencia Absoluta; en 1824, el Congreso Federal de Centro América, Miembro del Poder Ejecutivo de Centro América; en 1825, Diputado al Congreso Federal; en 1831, Ministro de Centro América que no ejerció por habérselo impedido la muerte.
 
 

General Francisco Morazán


El general José Francisco Morazán Quezada (Tegucigalpa, Honduras, 3 de octubre de 1792 - San José, Costa Rica, † 15 de septiembre de 1842), fue un orador, escritor, militar y estadista centroamericano, miembro del Partido liberal: Presidente de la República Federal de Centroamérica (1830-1834;1835-1839); Jefe de Estado de Honduras (1827-1830), Guatemala (1829), El Salvador (1839-1840) y Costa Rica (1842).


La figura del general Morazán encarna el ideal unionista centroamericano. Además, es considerado uno de los jefes militares más importantes en la historia de América Central. Desde su aplastante victoria, en contra de las fuerzas del presidente Arce, dirigidas por el coronel Justo Milla en 1827, hasta su triunfo sin combate en Costa Rica en 1842, Morazán demostró ser un excelente estratega militar.


Por más de una decada, Morazán dominó el panorama político y militar de Centro América. Reconocido como un gran visionario, pensador, y político, Francisco Morazán intentó transformar a Centroamérica, en una nación progresiva por medio de sus reformas liberales. Pero lo atrevido de estos cambios para la epóca, originó en 1837; una revolución en Guatemala que culminó con el fin de la República Federal de Centroamérica.


Al final Morazán terminó siendo víctima de sus propios ideales. Sus ideas no se materializaron, por lo que gran parte del pueblo centroamericano acabó por abandonar la causa liberal. Esto favoreció a los conservadores, que habían sido desplazados del poder en 1829 y cuyos planteamientos terminaron por dividir a Centroamérica en cinco pequeñas naciones.

 
 
 

 

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